LA SANGRE VENDE. TURISMO SISMOGRÁFICO

Hace unos días un amigo me hizo llegar un artículo de Arturo Pérez Reverte que saco del archivo a propósito de la catástrofe de Haiti. Te lo pongo para que lo leas. Es oportuna su lectura ahora que almorzamos con haitianos desangrándose o quemados vivos, como publicaron varios medios, incluido El País. La pornografía del horror que alimenta nuestras fobias y paranoias y que tanto gustan a los programadores televisivos. Veo en Cuatro a dos madres con sus dos hijas que han ido al Decathlón y se han pertrechado de mochilas, tiendas de campaña, botas de goterex y linternas y se marchan a Puerto Príncipe en un vuelo gratis «para ayudar en lo que sea». Se van de manera anónima, dice el periodista que los enfoca en casa haciendo las maletas. Hoy leo en La Vanguardia que los marines toman fotos de los cadáveres para colgarlos en facebook y compartir con sus vecinos el macabro espectáculo de arrojar a la  basura a estos negros retorcidos entre la forja de los escombros. En esa crónica, el reportero habla por fin con nativos y no sólo con bomberos que se retratan con bebés supervivientes. Uno que regresó dijo ante la cámara que ellos no eran la noticia: el primer plano estaba  en el infierno. El de la Vanguardia, digo, recoge testimonios de lugareños que se quejan de tanto casco azul y de la falta de cascos amarillos para reconstruir las ruinas que dejó el temblor. Algunos hablan de Haiti como un nuevo estado de los USA, mientras que otros se preguntan para qué hacen falta tantos militares. Ana Rosa Quintana, la mujer del empresario del Palmar, ha reeditado sus famosos calendarios para la causa sísmica que vende sangre, buenas imágenes y testimonios desgarradores. Eso sí, cederá parte de sus beneficios que lo suyo es una empresa, no una ong. ¿Hay algo mejor para que prosiga el espectáculo y se promocione el turismo sismográfico?. Mejor que dejes unas pelas a alguna de las organizaciones humanitarias que restañen las heridas, ¿no te parece?. El panorama mediático, a lo que se ve, va a peor. El maestro Gabilondo se despide de Cuatro, ahora que  la tele de Prisa ha caído en manos del imperio de Berlusconi. Lo mandan a CNN+ y lo quitan de en medio para ser reemplazado por un equipo joven y espectacular que ofrecerá la misma casquería televisiva que el resto. El periodismo en sus horas  más bajas, el negocio en las más altas.


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